[Satyren]. Las Sátiras de Gottlieb Wilhelm Rabener (1714- 1771) nos ofrecen una pintura fiel, aunque naturalmente caricaturizada, de la burguesía alemana del rococó, en aquellos decenios en que aquel país iba recobrando la calma tras el siglo de oscuridad en que había estado sumida a consecuencia de la guerra de los Treinta Años, antes de levantarse definitivamente y dar aquella espléndida floración que constituye el período clásico.
Rabener había publicado sus primeros escritos satíricos en la revista del discípulo de Gottsched, Schwabe, «Belustigungen des Verstandes und des Witzes» entre los años 1741-1744, pero cuando los principales colaboradores de Schwabe (Zachariáe, Hagedorn, A. Schlegel, etc.), descontentos de la orientación que tomara la revista, fundaron otra, la «Neue (también llamada Bremer) Beitráge zum Vergnügen des Verstandes und des Witzes», también Rabener escribió para ella. En 1777, después de su muerte, aparecieron sus obras completas, conteniendo además las no publicadas, que comprendían también las Satyrischen Briefe, ya publicadas en 1752. En 1839 se hizo una edición completa conteniendo obras hasta entonces inéditas, edición realizada al cuidado de Ortlepp. En todo momento fueron publicadas obras escogidas.
Las sátiras de Rabener no son nunca personales; en general, toma como blanco una clase social, sin que, no obstante, ataque jamás a la Iglesia ni al gobierno. Se burla de las manías de sus contemporáneos, empeñados en imitar a los franceses en la «Tentativa de un nuevo vocabulario alemán» [«Versuch eines deut- schen Wórterbuches»] inspirado en las ideas literarias de Gottsched; dirige feroces dardos contra el sistema educativo, en auge por entonces en alemania («Sobre la instrucción de la juventud» [«Von der Unterweisung der Jugend»]); ridiculiza las condiciones matrimoniales y la moralidad fácil de la clase media. Todos los vicios y defectos de sus contemporáneos son fustigados con una ironía benévola, pero que da en el blanco; la casta social que toma como motivo le era bien conocida, pues pertenecía a ella misma. Con cierta exageración ha sido llamado Rabener el «Swift alemán»: no alcanza la elevación artística de Swift; sin embargo, sus sátiras interesan, incluso hoy, como viva y animada pintura de costumbres.
C. Guerrieri