[Caos del Triperuno]. Obra de Teófilo Folengo (1491- 1544), publicada en Venecia en 1527, en dos raras ediciones, la última ligeramente ampliada. Es intencionadamente oscura, empezando por el título que indica en el «tres por uno» la colaboración simbólica de Merlino, Limerno y Fúlica, seudónimos, los dos primeros, bajo los que el autor publicó sus Macarroneas (v.) y el Orlandino (v.), y referencia latina, la tercera, a la zarceta, por el nombre de familia. Se compone de tres «selvas», o partes, y resulta un conjunto de diálogos, narraciones, peroraciones y versos, incluso macarrónicos y burlescos; se introducen para discutir en la obra a Paola, madre del autor, su hermana Corona y su sobrina Livia. Símbolos, acrósticos, alusiones satíricas y biográficas aumentan la confusión de una obra que ya de por sí resulta desigual, con ninfas y musas que intervienen aquí y allá para hacer observaciones y que aumentan aún nuestras dudas sobre el verdadero significado de tal máquina literaria. En total, como se ve por el contraste de las tres personalidades del autor, que van conversando entre sí, y por el mundo macarrónico y satírico, parece ser que Folengo intenta justificar o al menos rescatar su obra de artista y de hombre, y más si se consideran ciertos episodios de su vida monacal, que, bajo ciertos puntos de vista, todavía están oscuros. Las cuestiones que se refieren a la interpretación de la fe y a las reglas conventuales movieron a algunos investigadores a ver en la obra la intención de preparar el regreso de Folengo al convento que había abandonado, mientras que para otros el libro representa una nueva lucha contra las doctrinas de la Iglesia a la luz del «puro evangelio». El conjunto tiene escaso valor artístico; la misma dificultad de interpretación está ocasionada por la rebuscada obscuridad de expresión y atestigua una vez más que el espíritu férvido y desigual del autor encontraba principalmente en los fantasmas del mundo macarrónico su mejor expresión.
C. Cordié
Folengo, me refiero a algunas de sus poesías líricas diseminadas por el Caos del Tresporuno, parece preparar una de las actitudes de Giordano Bruno: insertar en el movimiento de imágenes y de ritmos de los rimadores unos significados religiosos y esotéricos. (M. Bontempelli)