[L’Arcadia]. Obra descriptiva en siete libros de Giovan Mario Crescimbeni (1663-1728), publicada en Roma en 1709. Orgulloso de pertenecer a la sociedad arcádica (v. Arcadia) y deseando «certificar» sus «obligaciones inscribiendo la historia de sus hechos», el autor despliega un relato y lo adorna «con todas las gracias que la calidad de la obra podía soportar, y hacerla aparecer completamente distinta de lo que es, escondiéndola en una fábula».
Hablando del movimiento literario que tomó el nombre de los pastores de Arcadia y de su sencillez de vida, Crescimbeni narra en forma imaginativa que algunas ninfas en viaje hacia la Elida llegan al bosque Parrasio en Roma, celebran los funerales de Basilisa (la reina Cristina de Suecia, protectora de la sociedad) y toman parte en la vida de los pastores de Arcadia (Libro I). En este punto la obra, que ha repetido el título de la obra maestra de Sannazaro, se convierte en pretexto para largas descripciones, en las que las ninfas van a la cabaña del pastor Epidauro y se enteran allí de muchas novedades científicas (II), luego van junto a Nitilo y observan el museo de antigüedades (III), luego junto a Disfilo y disfrutan de sus maravillosas pinturas (IV), después junto a Eufrisio y admiran su biblioteca y sus experimentos matemáticos (V). Más tarde pasan por el bosquecillo de Aristeo, moran en la cabaña de Emireno y permanecen entre los pastores que preparan su grata acogida (VI). Tras una estancia en la cabaña de. Metaureo, continúan el viaje y llegan a Elida donde celebran los Juegos Olímpicos (VII).
La obra, construida con mucho cuidado pero también con mucha debilidad narrativa, presenta con abundancia de detalles la hermosa sociedad de Roma y de las colonias arcádicas, fundadas en las diversas ciudades, y traza en sustancia una verdadera historia moral de las actitudes y costumbres de la nueva corriente social y literaria. La fantasía se inspira en una concepción amable pero también melindrosa de la vida: un grupo de pastores, entre muchos nombres olvidados al pasar el tiempo aunque perteneciesen a altos grados de la Iglesia y de la Nobleza, conserva los nombres arcádicos de los personajes más conocidos: basta citar a Redi, Gigli, Salvini, Magliabechi, Magalotti, Gravina, Fagiuoli, los esposos Zappi, Vallisneri, el entonces abate Passionei y Lambertini, que todavía no había alcanzado el solio pontificio. Entre los socios difuntos eran ilustres Francesco de Lemene, Vincenzo da Filicaia y Lorenzo Bellini.
C. Cordié