César Moneada, abogado, «hombre de acción», sobrino de un cardenal, pasa de las intrigas cortesanas de la Roma eclesiástica, que ocupan la primera parte de la obra, a las intrigas de Castro Duro, pueblo zamorano al que llega con inquietudes regeneracionistas. Allí tropezará con la elite local, que utilizando el caciquismo, la Iglesia y la incultura, defiende lo que considera valores eternos.
César se opondrá a todo ello utilizando un caciquismo anticlerical. Un atentado le apartará de la política activa. A partir de ese momento Castro Duro volverá a ser lo que siempre fue, salvo que ahora adopta algunos rasgos progresistas meramente testimoniales.