Nació el 17 de abril de 1806 en Charleston (Carolina del Sur), donde murió el 11 de junio de 1870. Fue hijo de un comerciante arruinado; a los dos años perdió a la madre, y quedó confiado a su abuela materna. Aunque forzado a trabajar ya desde su infancia, pudo procurarse una instrucción normal, estudiar más tarde Leyes en su ciudad natal y ser admitido, en 1827, en la abogacía, que, sin embargo, no ejerció nunca. En 1826 había contraído matrimonio con Ana Malcolm Giles. Orientada hacia la literatura su actividad, dirigió durante un par de años The City Gazette de Charleston, desde cuyas páginas se opuso a la «anulación» (la negativa de la legislatura de un Estado de la Unión americana a la admisión de la validez de una ley general dentro del territorio de aquél, lo cual, en el caso de Carolina del Sur, equivalía a una rebelión abierta) cuando tal problema se convirtió en una cuestión política de primer plano.
Fallecida su esposa en 1832 (el mismo año de la publicación de una colección de poesías inspiradas en Byron, Atlantis), dirigióse a Nueva York, donde se hizo amigo de William Culi en Bryant y escribió su primera novela, Martin Faber (1833), de carácter policíaco, a la cual siguieron Guy Rivers (1834) y Los Yemassee (1835, v.), su mejor novela. La añoranza de la tierra natal, llevóle de nuevo a Charleston (1835); allí se casó con una heredera y vivió durante veinticinco años en la hermosa finca de su esposa, «Woodlands», entregado a la composición de otras novelas (Mellichamve, 1836; Richard Hurdis, 1838; The Damsel of the Darien, 1839; The Kinsman, 1841; Count Julian, 1845; Katharine Walton, 1851; etc.), varias narraciones, un opúsculo antiesclavista, una History of South Carolina (1840), una Geography of South Carolina (1843), comedias, discursos, biografías y poesías: una obra en gran parte prolija, informe y extravagante en cuanto a su concepción.
Defensor, al principio, de una aproximación entre el Sur y el Norte (sus conferencias pronunciadas en Nueva York en tal sentido no obtuvieron éxito alguno), fue modificando gradualmente esta posición, y, finalmente, llegó a ser un apasionado secesionista. Aun cuando en los estados septentrionales se le considerara el más eminente hombre de letras del Sur, Charleston no lo había reconocido así todavía, y la aristocracia le mantuvo relegado al olvido, a causa de la modestia de su origen. Durante la guerra civil perdió todos sus bienes; vivió los últimos años de su existencia en medio de la pobreza y de las dificultades que le suponía el mantenimiento de seis hijos (los únicos supervivientes de los catorce que le diera su esposa, fallecida en 1863) con los ingresos de pésimas novelas de folletín escritas para revistas de ínfima categoría. Murió a causa de las privaciones y el agotamiento.
L. R. Lind