Nació el año 100 y murió en 160. Es uno de los «tannaim», maestros hebreos cuya actividad legislativa, jurídica y pedagógica preparó la redacción de la Mishna. Fue discípulo del célebre Rabbi Aqibá (60-135), y, como los restantes miembros del Sanedrín comprometidos en la rebelión de Bar Kokhbá (132-135), hubo de marchar al destierro para eludir las persecuciones de Adriano. Vuelto a Palestina, colaboró en la reorganización del hebraísmo llevada a cabo por el Sanedrín renovado en Ushá, en tanto políticamente mantenía resuelta oposición a Roma. Condenado a la pena capital, salvóse mediante la huida. En esta época, indudablemente, hay que situar la narración del Talmud de Babilonia (Shabbáth, 34 a) según la cual Shimeon Bar Joḥai vivió durante doce años con su hijo Eleazar en una caverna, entregado a la meditación.
Él mismo Talmud le atribuye poderes taumatúrgicos y casi milagrosos, en tanto otros textos rabínicos reconocen el gran valor y la santidad del personaje en cuestión. La tradición le hace autor del Zōhar, la Biblia de la filosofía mística del hebraísmo, que, en forma de comentario a la Torah, trata incluso los profundos problemas referentes a la naturaleza de Dios, al universo, al espíritu, al bien y al mal, de una manera a veces penetrante, ingenua otras muchas, y en un estilo variado que en ciertas ocasiones alcanza el nivel de la poesía. Tal atribución, empero, fue ya negada por los principales representantes de las tendencias racionalistas del hebraísmo; por otra parte, el historiador Graetz escribió, hace un siglo, refiriéndose a nuestro autor: «ni sus resoluciones jurídicas, ni sus máximas, ni sus controversias le revelan un soñador: el método de sus enseñanzas es opuesto al misticismo».
La crítica de la pasada centuria, por éstas y muchas otras consideraciones relacionadas con el texto del Zōhar, negó a Shimeon Bar Joḥai la paternidad de tal obra. Con todo, los críticos más recientes han reconocido la notable antigüedad de algunas partes de ella y planteado nuevamente la cuestión. Cabe decir, además, que nuestro autor es venerado todavía como padre de la mística hebrea; su tumba, en Merón (Alta Galilea), sigue siendo centro de peregrinaciones populares.
R. Elia