Vivió en la segunda mitad del siglo VIII a. C. y es el sexto de los profetas menores. Contemporáneo de Isaías, vivió largo tiempo en Moreset-Gath, su ciudad natal. Divulgó por esta región, bien conocida por él y situada al sur de Jerusalén, de ciudad en ciudad, la noticia de la destrucción del cismático reino de Israel. Y predijo a aquellas ciudades el mismo terrible castigo (v. Miqueas). La realización de sus oráculos le granjeó respeto y temor, por lo que pudo colaborar con gran eficacia en la reforma religiosa emprendida por Ezequías. Hombre del campo, como Amos, tuvo el don de las visiones claras y nítidas. «Tenía de Amos la pasión por la justicia, de Oseas el corazón abrasado de amor. Simpatizaba vivamente con cuantos padecían injusticias y se irritaba al contemplar la iniquidad y la tiranía de los ricos, sus opresores.» (P. Smith).
La leyenda lo hace morir — erróneamente — mártir bajo el reinado de Joram. Su tumba se encontraría, en tiempos de Teodosio, al sur de Heliópolis, en Palestina. Un fresco del cementerio de Domitila (siglo IV) lo representa barbudo, con túnica y palio, con la diestra tendida hacia dos edificios con torres en el momento de decir: «Y de ti, oh Belén, el más pequeño de los lugares de Judá, saldrá el que ha de ser Dominador de Israel». La Virgen, de pie, muestra al Niño que el profeta, previéndolo, adoró como esperado Señor del Mundo.