Nació en Macerata el 6 de octubre de 1552 y murió en Pekín el 11 de mayo de 1610. Formóse con los jesuítas y, enviado a Roma por su padre para el estudio del Derecho, ingresó en la Compañía de Jesús. Destinado, luego de reiteradas peticiones, a las misiones extranjeras, salió de la Ciudad Eterna el 18 de mayo de 1577; marchó en primer lugar a Portugal, y después a la India. En 1578 llegó a Goa. Ordenado sacerdote, celebró su primera misa el 26 de julio de 1580. Llamado a Macao por el gran visitador Alejandro Valignano, fue allí en agosto de 1582, e inició pronto el estudio del chino, en el que destacaría notablemente. Con Miguel Ruggieri establecióse en 1583 en la ciudad de Shiuhing, residencia del virrey de las dos provincias meridionales del Kwangtung y el Kwangsi, abrió de esta suerte al mundo un país cerrado hacía ya dos siglos y fundó allí las modernas misiones católicas (v. Comentarios sobre China).
Poseedor de tacto y prudencia notables, supo hacerse estimar en un ambiente hostil a los extranjeros, y en poco menos de veinte años consiguió crear cinco residencias, la última de ellas en Pekín, adonde llamóle el mismo emperador. Falleció allí luego de haber dejado en China unos dos mil quinientos bautizados. Ricci practicó plenamente el método de adaptación. Profundo conocedor de la historia y de los clásicos del país, lo consideró como un pueblo de antigua cultura, e intentó llevar a él, sin violencia, el mensaje del Evangelio. Como viera a los chinos ávidos de saber, les enseñó primeramente las ciencias occidentales, que desconocían; luego les dio a entender que guardaba también para ellos otra enseñanza, más elevada e importante; la referente a Dios, a la inmortalidad del alma, a la sanción eterna, etc. Manifestóse tolerante respecto de prácticas no evidentemente idolátricas ni supersticiosas, y, aun cuando atacara el budismo y el taoísmo, empleó la doctrina confuciana como puente apropiado para el establecimiento del catolicismo.
A fines de 1595 empezó a componer en chino una serie de obras que impresionaron favorablemente a todos los eruditos. Entre los textos que redactó, tradujo o adaptó figuran la Carta geográfica del mundo (1584), el Tratado de la amistad (1596), El sólido tratado de Dios (1603), los Veinticinco párrafos (1605), los Elementos de Euclides (1607), los Diez capítulos de un hombre extraño (1608) y las Ocho canciones para clavicémbalo occidental (1608). Con su palabra y sus libros ejerció una gran influencia en la alta sociedad china cori- temporánea. En las Cartas y en la Historia de la introducción del cristianismo en China dejó Ricci un testimonio vivo de su obra de apostolado.
P. M. D’Elia