Nació en París el 5 de febrero de 1626 y murió en Coulanges el 7 de abril de 1696. Su abuela materna fue Jeanne de Chantai, la discípula de San Francisco de Sales (v.). Su padre, Celse-Bénigne, personaje turbulento de la corte de Luis XIII, se había casado en 1623 con Marie de Coulanges; un año después del nacimiento de Marie, tercer fruto del matrimonio, el esposó cayó luchando contra los ingleses. La muerte de la madre, acontecida en 1633, dejó sola a la niña; sin embargo, y a pesar de lo que durante mucho tiempo se ha creído, la infancia no fue para ella un período infeliz. Transcurrió, efectivamente, en el ambiente de los Coulanges, en la opulenta casa de la Place Royale (la actual Place des Vosges), donde la muchacha dispuso de tutores y maestros, habituóse pronto a la conversación y respiró una atmósfera bastante depurada de los rígidos conformismos vigentes en materia de «bienséance» y de religión. Su primer preceptor fue Jean Chapelain (v.).
Marie, empero, estuvo a punto de ser recluida en un convento . a causa de la intervención de la abuela, preocupada por su educación mundana. Prevaleció, empero, la voluntad de los Coulanges, y la joven pudo evitar la clausura. Amada y mimada, fue creciendo junto a los primos y en el seno de una sociedad culta, en la cual figuraban muchos hombres de letras. Bajo la guía de Chapelain primero y de Ménage (v.) después, inicióse en el estudio de las «humanités», en las doctas controversias lingüísticas y en las letras francesas, italianas y españolas. A los dieciocho años, y aun cuando carente de una belleza singular, Marie era ya un personaje digno de la mayor atención; así lo atestiguan las memorias contemporáneas. Ménage enamoróse de ella, pero no obtuvo, en compensación, sino «badinage» y una afectuosa amistad. Mientras tanto, la joven había establecido un vínculo afectivo también muy intenso con su primo Bussy-Rabutin, que habría de escribirla célebre Historia amorosa de las Gallas (v.) y con quien, a pesar de dos ruidosas rupturas, mantuvo relaciones algo más que cordiales, de las cuales recibió valiosas enseñanzas para su formación sentimental y mundana.
En 1646 contrajo matrimonio con Henry de Sévigné, gentilhombre bretón, y trasladóse con él por breve tiempo al castillo de Les Rochers, cerca de Vitré, en Bretaña; allí fueron fechadas muchas de sus famosas Cartas (v.). El año siguiente volvió a París, donde dio a luz una niña, Françoise-Marguerite, la futura Mme. de Grignan; en 1648 nació su hijo Charles. Las relaciones entre Henry de Sévigné y la familia Coulanges, empero, fueron debilitándose rápidamente a causa de la vida disoluta y pródiga de aquél. Marie, sin embargo, mostrósele indulgente y le ayudó con sumas considerables; su misma reputación viose envuelta en los escándalos del marido, cuyos excesos, favorecidos por los desórdenes de la Fronda, llegaron a su fin en 1651, tras un duelo que le resultó mortal. Viuda a los veinticinco años, la «marquesa» (cuyo marquesado es puesto hoy en duda por sus biógrafos más recientes) dedicóse a la restauración del patrimonio familiar, y residió alternativamente en Bretaña y en la capital. En París empezó a relacionarse con la mejor sociedad, y fue admitida en Versalles y Saint-Germain; nunca, empero, frecuentó asiduamente la corte.
A su alrededor figuraban los personajes más relevantes; de creer a los gacetilleros ávidos de escándalos, la conducta de la joven viuda no debió de ser demasiado ejemplar. En realidad nada concreto se sabe acerca de ello; por el contrario, si bien entre sus adoradores figuraron hombres como Ménage, Conti, Turenne y Fouquet — sin pretender citar a otros y prescindiendo de Bussy, el más petulante y peligroso —, ninguno de ellos pudo jactarse del triunfo anhelado. Es difícil afirmar si esto supone en Marie frialdad de carácter, como pretende Bussy, o bien cálculo racional. En verdad, la dama aparecía maestra en el arte de la «politesse mondaine»; esencialmente, el retrato que puede obtenerse de sus cartas se parece bastante — salvo el despecho — al ofrecido por Bussy. Como se sabe, tal descripción circuló primeramente manuscrita, y luego fue incluida en la Histoire amoureuse des Gaules; la misma interesada afirmó acerca de ella que de haberse referido a otra mujer y haber pertenecido a otro autor le hubiese gustado mucho. Rechazados, a pesar de todas las habladurías, los numerosos pretendientes, Mme. de Sévigné dedicóse en particular a la educación de sus hijos, sobre todo a la de Françoise-Marguerite, su hija predilecta y su único gran amor, a la cual dirigiría gran parte de sus cartas, de las que se han perdido por desgracia las correspondientes al período del colegio.
La joven contrajo matrimonio en 1669 con el conde de Grignan, y marchó a Provenza con su esposo; este alejamiento dio lugar a la más apasionada y admirable correspondencia que pueda establecerse entre una madre y su hija. Mme. de Sévigné pasó los últimos veinticinco años de su vida en París, Bretaña y Provenza; por aquel entonces, sus cartas, dirigidas a Bussy, Pompone, Ménage, Mme. de Lafayette y, singularmente, a Mme. de Grignan, constituyeron una especie de diario por el cual desfilan los personajes más notables, el «tout – Paris» del reinado de Luis XIV, cuyos acontecimientos más destacados relata la correspondencia en cuestión, desde los escándalos galantes hasta los asuntos de Estado, entre los que no ocupa precisamente el último lugar el famoso proceso de Fouquet. Además de la administración de sus propiedades, en lo que demostró sagacidad y un espíritu práctico excepcional, una de las principales ocupaciones de Mme. de Sévigné fue, sin duda, la composición de sus cartas; en ellas, y posiblemente con menos inconsciencia de lo que suele creerse, dejó, además de una valiosa crónica de su tiempo, la imagen de una mujer de inteligencia superior, compendio, según muy bien juzgara Saint-Beuve, de toda una época, en sus factores de moral, cultura, gusto y espíritu. No resulta exagerado el criterio que ve en tal epistolario (editado por vez primera en un conjunto orgánico en 1862) algunos de los mejores ejemplos de la prosa «clásica» francesa.
G. Natoli